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.:*INDICE DE ESCENAS PERDIDAS Y MOMENTOS ML*:.
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AUTHOR NOTE: Ya sé que esta escena se sale un poco del orden que habíamos establecido en "Missing Scenes" de acuerdo con la sucesión de capítulos de la serie original, no obstante, me van a permitir que me salte ese orden por esta vez. Hacía tiempo que tenía ganas de publicar esta historia, de hecho fue el primer fanfic que escribí y que sólo compartí en su momento con amigas íntimas. Hoy me he decidido a publicarlo completo, fraccionado en dos partes. Pero, discúlpenme, estoy poniéndome a hablar sobre la historia y aún no les he dicho cuál es. Bien, esta escena perdida se sitúa en el episodio 13, justo cuando Mick, todavía humano gracias al milagro de la cura, le propone una cita a Beth para ir a cenar a su casa. Todas sabemos lo que podría haber ocurrido y lo que finalmente ocurrió en esa cita y es sobre eso precisamente, sobre lo que trataremos en este pequeño fanfic al que he titulado de la única forma posible "EL BESO DEL VAMPIRO. CONDENADOS A FINGIR". Terminado este pequeño receso, les prometo que retomaremos el fanfic que habíamos dejado por mitad "THE FALLEN ANGEL"
Espero de corazón que la disfruten. Besos. Selene
Espero de corazón que la disfruten. Besos. Selene
- Hey Beth, por qué no vienes a cenar a mi casa mañana por la noche?
- Vas a hacerme la cena?
Sin duda esa pregunta implicaba mucho más de lo que realmente decía y él lo sabía. Sí, él iba a hacerle la cena y algo más, algo que ella había estado deseando desde el momento en que le sintió entrar en sus venas en el desierto, o quizás mucho antes, algo que solo se atrevía a imaginar como un sueño imposible y que ahora, por primera vez, podía ver como un hecho en los ojos de él y en su respuesta, simple pero prometedora “lo voy a intentar”
Él la sonrió con una expresión jovial y desenfadada. Ya no había sombras de dudas en su rostro, ya no había miedo. Por primera vez el vampiro no estaba para oscurecer su mirada y eso casi parecía un milagro, aunque, en honor a la verdad, a ella nunca le importó demasiado que el vampiro formara parte de él, de hecho había aprendido a amar todo lo que Mick era, absolutamente todo, la luz y la oscuridad que convivían en su alma de no muerto, la ternura que había en sus ojos y el riesgo que se escondía tras ellos…Lo amaba incluso aunque él no quisiera, incluso a pesar de sus barreras, a pesar de sus silencios, de sus fantasmas y sus miedos. Pero ahora la melancolía y la oscuridad habían desparecido de su mirada y Mick solo era un hombre sin más pasado que su propio presente. Él había regresado a ella convertido en el hombre que ella deseaba con todo su cuerpo y toda su alma para poder amarla y Beth sintió como su corazón comenzaba a latir con una fuerza tal, que hasta ella podía escuchar sus propios latidos golpeando con fuerza en su pecho y en sus sienes mientras sentía una punzada en el estómago, bajando hasta el mismo núcleo de su ser…Él iba a hacerle el amor en su apartamento la próxima noche y una sonrisa de triunfo e ilusión totalmente irreprimible estalló en su cara con sólo pensarlo…
- Vas a hacerme la cena?
Sin duda esa pregunta implicaba mucho más de lo que realmente decía y él lo sabía. Sí, él iba a hacerle la cena y algo más, algo que ella había estado deseando desde el momento en que le sintió entrar en sus venas en el desierto, o quizás mucho antes, algo que solo se atrevía a imaginar como un sueño imposible y que ahora, por primera vez, podía ver como un hecho en los ojos de él y en su respuesta, simple pero prometedora “lo voy a intentar”
Él la sonrió con una expresión jovial y desenfadada. Ya no había sombras de dudas en su rostro, ya no había miedo. Por primera vez el vampiro no estaba para oscurecer su mirada y eso casi parecía un milagro, aunque, en honor a la verdad, a ella nunca le importó demasiado que el vampiro formara parte de él, de hecho había aprendido a amar todo lo que Mick era, absolutamente todo, la luz y la oscuridad que convivían en su alma de no muerto, la ternura que había en sus ojos y el riesgo que se escondía tras ellos…Lo amaba incluso aunque él no quisiera, incluso a pesar de sus barreras, a pesar de sus silencios, de sus fantasmas y sus miedos. Pero ahora la melancolía y la oscuridad habían desparecido de su mirada y Mick solo era un hombre sin más pasado que su propio presente. Él había regresado a ella convertido en el hombre que ella deseaba con todo su cuerpo y toda su alma para poder amarla y Beth sintió como su corazón comenzaba a latir con una fuerza tal, que hasta ella podía escuchar sus propios latidos golpeando con fuerza en su pecho y en sus sienes mientras sentía una punzada en el estómago, bajando hasta el mismo núcleo de su ser…Él iba a hacerle el amor en su apartamento la próxima noche y una sonrisa de triunfo e ilusión totalmente irreprimible estalló en su cara con sólo pensarlo…
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La luna brillaba plena y satisfecha en el firmamento, iluminando las sombras de los enormes edificios que salpicaban la ciudad por doquier y estos se perfilaban en la noche, retando al cielo en su soberbia y a las coquetas y chispeantes estrellas con sus brillos multicolores.
El tiempo parecía transcurrir cruelmente lento y cada minuto se convertía en un siglo, Beth apartó su mirada de la ventana y cerró los ojos una vez más abrazándose fuertemente a su almohada, intentando desesperadamente conciliar el sueño. Quería que la noche pasara rápido y que llegara el día…que el día hiciera correr las agujas del reloj hasta que volviera la noche de nuevo y poder estar con él…por fin…Pero el recuerdo de la cita seguía clavado en su memoria trayendo la vigilia, su corazón seguía latiendo desbocado animado por el nerviosismo de la espera, por la promesa que ésta encerraba y su mente daba vueltas y vueltas pensando en cómo sería…Ya no tendría que seguir soñándolo, muy pronto podría sentirlo y su cuerpo se estremecía anhelando la sensación de sus cálidas caricias vagando por su piel y sus ojos volvían a cerrarse mientras ella humedecía y mordía suavemente su labio inferior entre el deseo y la esperanza al tiempo que una especie de cosquilleo comenzaba a extenderse desde su estómago hasta más allá…
Le deseaba, sí, le deseaba y le amaba más de lo que nunca hubiera podido imaginar, eso era algo que su alma y su cuerpo parecían gritarle a su conciencia y en ese momento sintió como si por fin todo tuviera sentido. Aquel ángel guardián sin rostro que a veces había creído ver en las sombras de sus confusos sueños de niña velando por ella en sus pesadillas desde su horrible secuestro, se había convertido en un hombre de carne y hueso por ella y para ella, de la misma manera que ella parecía haber nacido sólo para él…Sí, sólo para él…porque a pesar de todo, hace tiempo que ella sentía pertenecerle. Entonces el recuerdo de la muerte de Josh oscureció su ilusión por un instante como una sombra de culpa…pero se negó a pensar en ello…No era el momento de volver a las culpas, a los remordimientos…No ahora… el destino les había dado una tregua con esa cura mortal, les había dado una esperanza, al menos eso era lo que parecía y eso era lo único en lo que quería pensar, lo único a lo que se podía aferrar. Por primera vez no había barreras, ni las sombras del pasado ni la maldición de la eternidad se interpondrían entre ellos esa noche y Mick podría amarla por fin con esa tierna y desesperada intensidad que tantas veces ella había visto emanar en sus ojos cuando la miraba. La cálida luz de la esperanza comenzó a crecer en su alma y sin embargo por primera vez sintió miedo, miedo de que al final todo fuera tan fácil, miedo de estar tan cerca de la felicidad …miedo de que el destino volviera a darles la espalda en el último momento y su sueño se desvaneciera una vez más como un castigo cruel a un amor prohibido…Era el mismo miedo que había visto tantas veces en los ojos de Mick
El tiempo parecía transcurrir cruelmente lento y cada minuto se convertía en un siglo, Beth apartó su mirada de la ventana y cerró los ojos una vez más abrazándose fuertemente a su almohada, intentando desesperadamente conciliar el sueño. Quería que la noche pasara rápido y que llegara el día…que el día hiciera correr las agujas del reloj hasta que volviera la noche de nuevo y poder estar con él…por fin…Pero el recuerdo de la cita seguía clavado en su memoria trayendo la vigilia, su corazón seguía latiendo desbocado animado por el nerviosismo de la espera, por la promesa que ésta encerraba y su mente daba vueltas y vueltas pensando en cómo sería…Ya no tendría que seguir soñándolo, muy pronto podría sentirlo y su cuerpo se estremecía anhelando la sensación de sus cálidas caricias vagando por su piel y sus ojos volvían a cerrarse mientras ella humedecía y mordía suavemente su labio inferior entre el deseo y la esperanza al tiempo que una especie de cosquilleo comenzaba a extenderse desde su estómago hasta más allá…
Le deseaba, sí, le deseaba y le amaba más de lo que nunca hubiera podido imaginar, eso era algo que su alma y su cuerpo parecían gritarle a su conciencia y en ese momento sintió como si por fin todo tuviera sentido. Aquel ángel guardián sin rostro que a veces había creído ver en las sombras de sus confusos sueños de niña velando por ella en sus pesadillas desde su horrible secuestro, se había convertido en un hombre de carne y hueso por ella y para ella, de la misma manera que ella parecía haber nacido sólo para él…Sí, sólo para él…porque a pesar de todo, hace tiempo que ella sentía pertenecerle. Entonces el recuerdo de la muerte de Josh oscureció su ilusión por un instante como una sombra de culpa…pero se negó a pensar en ello…No era el momento de volver a las culpas, a los remordimientos…No ahora… el destino les había dado una tregua con esa cura mortal, les había dado una esperanza, al menos eso era lo que parecía y eso era lo único en lo que quería pensar, lo único a lo que se podía aferrar. Por primera vez no había barreras, ni las sombras del pasado ni la maldición de la eternidad se interpondrían entre ellos esa noche y Mick podría amarla por fin con esa tierna y desesperada intensidad que tantas veces ella había visto emanar en sus ojos cuando la miraba. La cálida luz de la esperanza comenzó a crecer en su alma y sin embargo por primera vez sintió miedo, miedo de que al final todo fuera tan fácil, miedo de estar tan cerca de la felicidad …miedo de que el destino volviera a darles la espalda en el último momento y su sueño se desvaneciera una vez más como un castigo cruel a un amor prohibido…Era el mismo miedo que había visto tantas veces en los ojos de Mick
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“Estoy enamorado de ella”. Esa era la valiente confesión que Mick le había hecho a su amigo Josef aquella misma mañana y lo había hecho con un gesto de orgullo, seguro de sus sentimientos. En ese momento no le importaba lo que su amigo vampiro pudiera pensar de aquella relación, simplemente era hora de dejar claro lo que ella significaba para él, pero la inesperada respuesta de Josef no dejaba de dar vueltas en su cabeza “Sí, lo estás. Tal vez deberías hacer algo antes de que sea demasiado tarde”.
Sí, el momento había llegado y no habría otra oportunidad. Ya no había más excusas que darse a sí mismo. Se lo debía a ambos y aunque lo que ocurriera aquella noche pudiera convertirse en el último recuerdo que llevarse a la eternidad cuando la cura perdiera su efecto y él volviera a ser lo que era, merecía la pena intentarlo.
Sí, el momento había llegado y no habría otra oportunidad. Ya no había más excusas que darse a sí mismo. Se lo debía a ambos y aunque lo que ocurriera aquella noche pudiera convertirse en el último recuerdo que llevarse a la eternidad cuando la cura perdiera su efecto y él volviera a ser lo que era, merecía la pena intentarlo.
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El alba despuntó con su calidez dorada y rosácea, colándose por la ventana de su cuarto y antes de que el despertador gritara que la mañana había llegado, Beth saltó de su cama, impaciente. Se dio una ducha rápida. Antes del placer estaba el deber y esa mañana tenía una cita a primera hora con Mick y Talbot que nada tenía que ver con el romance. Cogió sus jeans de la percha y al hacerlo, puso sus ojos en el vestido negro que había escogido para su cita con Mick…”Esta noche…” Murmuró mientras acariciaba la suave tela… Después, como si de pronto hubiera vuelto a la realidad, tomó diligente el resto de ropa que iba a ponerse aquella mañana y se dispuso a cambiarse.
Llegó a la dirección que Talbot le había dado, aún era muy temprano y apenas se veía movimiento en el aparcamiento frente a la entrada a la clínica Pierce Anders. Mick la esperaba de pie, apoyado sobre la puerta del conductor de su Mercedes con los brazos y las piernas cruzados, llevaba esos jeans oscuros que sólo él podía llenar, una cazadora negra de cuero y ese atractivo innato que parecía estar eternamente presente en él, fuera mortal o inmortal. Al verla llegar, su boca dibujó una media sonrisa seductora que ella le devolvió. No había rastro del fiscal en el aparcamiento así que ambos se dirigieron al ascensor. Una vez dentro, Mick pulsó el número 13 y se dejó caer sobre la pared opuesta del ascensor, observándola mientras ella buscaba su tarjeta de acreditación en el bolso por si fuera necesaria. A juzgar por las ojeras que teñían de un suave gris azulado la inmaculada pureza de su rostro, no le fue difícil adivinar que también ella había pasado la noche en vela.
- Una noche larga? – Preguntó él
- Bastante –suspiro Beth maquinalmente sin pensar demasiado en la respuesta mientras sus ojos miraban de soslayo los de él. El tono de ansiedad en que ella inconscientemente había pronunciado esa palabra le hizo notar la causa y él levantó ligeramente la ceja mientras la miraba con una pícara sonrisa dibujada en sus labios.
Ella se ruborizó al instante e intentó arreglar su pequeña indiscreción de la única forma que se le ocurrió.
- Ya sabes, este caso está resultando más complicado de lo que pensamos en un principio, demasiados sospechosos y nada en concreto que nos lleve al final, espero que lo de hoy no sea otro paso en falso como ocurrió con Josef.
- Esperemos que no - comentó él sin dejar de mirarla
- Y tú?...ejem… ¿Qué tal tu noche en tu nueva cama? – preguntó ella mirando hacia la puerta del ascensor, esquivando la seductora mirada de él al tiempo que intentaba distraer su mente jugueteando con un mechón rubio de su pelo, tratando de mantener el rubor bajo control y dominar los salvajes impulsos que aquella mirada era capaz de provocar en ella.
- Eterna –afirmó él sin reservas sin apartar los ojos de ella, observando cada una de sus reacciones mientras continuaba apoyado en la pared del ascensor. -
Ella sintió como si el corazón saltara en su pecho al oírle decir eso de la manera en que lo hizo, era un susurro grave cargado de anhelo que la hizo temblar de pies a cabeza y le miró con una expresión a medio camino entre la sorpresa y la complacencia. “¿En serio?” -preguntó sin poder evitarlo-
- Absolutamente –contestó él mirándola fijamente con una mirada oscura mientras daba un paso hacia adelante para colocarse frente a ella y apoyaba su mano en la pared por encima de la cabeza de Beth bloqueando la puerta del ascensor con la otra mano.
Ella se quedó completamente inmóvil, incapaz de decir una sola palabra, cautivada ante su cercanía, sorprendida por su actitud. De repente sus rodillas comenzaron a temblar y tuvo que apoyarse en la pared para no perder el equilibrio mientras continuaba atrapada, hechizada por aquella mirada llena de promesas, incapaz de apartar sus ojos de los de él. Resultaba sorprendente comprobar que el Mick mortal podía resultar incluso más seductor que el vampiro aunque de alguna manera seguía siendo un cazador y ella ahora era su presa. Una deliciosa sensación que la hacía sentirse deseada y poderosa y al mismo tiempo esclava de su propio deseo. Él giró a un lado su cabeza, sin dejar de observarla, en ese instante había en sus ojos una infinita ternura y algo más, algo que la cautivaba. Entonces Mick levantó su otra mano y le retiró de la cara el mechón de pelo con el que ella había estado jugueteando "Y sin embargo..." - comenzó a decir cuando sus dedos se deslizaban suavemente desde la oreja, siguiendo la línea de la mandíbula hasta llegar a los labios entreabiertos de la chica y dejó escapar un leve gemido, casi inaudible, mientras los acariciaba dibujando lentamente su contorno, al tiempo que su mirada se volvía más intensa por momentos, hasta parecer casi hambrienta.
- Y sin embargo…-repetió- nunca he deseado tanto que llegara la noche – susurró con una voz sensual como de terciopelo, mientras se mordía el labio inferior y sus ojos miraban anhelantes aquella boca suave y dulce, que se moría por besar. Y ella sintió esa conocida punzada de deseo clavándose en su estómago bajando hasta su entrepierna, encendiéndola por dentro, mientras sus ojos buscaban los labios de él, suplicando porque aquella boca endiabladamente tentadora tomara la suya. En ese momento una extraña fuerza de atracción los envolvió, ya no existían ni el tiempo ni el espacio a su alrededor, solo ellos dos y ambos fueron devorando lentamente la distancia física que les separaba, dispuestos a saciar la sed de su deseo mientras sus labios ardían por encontrarse…
Llegó a la dirección que Talbot le había dado, aún era muy temprano y apenas se veía movimiento en el aparcamiento frente a la entrada a la clínica Pierce Anders. Mick la esperaba de pie, apoyado sobre la puerta del conductor de su Mercedes con los brazos y las piernas cruzados, llevaba esos jeans oscuros que sólo él podía llenar, una cazadora negra de cuero y ese atractivo innato que parecía estar eternamente presente en él, fuera mortal o inmortal. Al verla llegar, su boca dibujó una media sonrisa seductora que ella le devolvió. No había rastro del fiscal en el aparcamiento así que ambos se dirigieron al ascensor. Una vez dentro, Mick pulsó el número 13 y se dejó caer sobre la pared opuesta del ascensor, observándola mientras ella buscaba su tarjeta de acreditación en el bolso por si fuera necesaria. A juzgar por las ojeras que teñían de un suave gris azulado la inmaculada pureza de su rostro, no le fue difícil adivinar que también ella había pasado la noche en vela.
- Una noche larga? – Preguntó él
- Bastante –suspiro Beth maquinalmente sin pensar demasiado en la respuesta mientras sus ojos miraban de soslayo los de él. El tono de ansiedad en que ella inconscientemente había pronunciado esa palabra le hizo notar la causa y él levantó ligeramente la ceja mientras la miraba con una pícara sonrisa dibujada en sus labios.
Ella se ruborizó al instante e intentó arreglar su pequeña indiscreción de la única forma que se le ocurrió.
- Ya sabes, este caso está resultando más complicado de lo que pensamos en un principio, demasiados sospechosos y nada en concreto que nos lleve al final, espero que lo de hoy no sea otro paso en falso como ocurrió con Josef.
- Esperemos que no - comentó él sin dejar de mirarla
- Y tú?...ejem… ¿Qué tal tu noche en tu nueva cama? – preguntó ella mirando hacia la puerta del ascensor, esquivando la seductora mirada de él al tiempo que intentaba distraer su mente jugueteando con un mechón rubio de su pelo, tratando de mantener el rubor bajo control y dominar los salvajes impulsos que aquella mirada era capaz de provocar en ella.
- Eterna –afirmó él sin reservas sin apartar los ojos de ella, observando cada una de sus reacciones mientras continuaba apoyado en la pared del ascensor. -
Ella sintió como si el corazón saltara en su pecho al oírle decir eso de la manera en que lo hizo, era un susurro grave cargado de anhelo que la hizo temblar de pies a cabeza y le miró con una expresión a medio camino entre la sorpresa y la complacencia. “¿En serio?” -preguntó sin poder evitarlo-
- Absolutamente –contestó él mirándola fijamente con una mirada oscura mientras daba un paso hacia adelante para colocarse frente a ella y apoyaba su mano en la pared por encima de la cabeza de Beth bloqueando la puerta del ascensor con la otra mano.
Ella se quedó completamente inmóvil, incapaz de decir una sola palabra, cautivada ante su cercanía, sorprendida por su actitud. De repente sus rodillas comenzaron a temblar y tuvo que apoyarse en la pared para no perder el equilibrio mientras continuaba atrapada, hechizada por aquella mirada llena de promesas, incapaz de apartar sus ojos de los de él. Resultaba sorprendente comprobar que el Mick mortal podía resultar incluso más seductor que el vampiro aunque de alguna manera seguía siendo un cazador y ella ahora era su presa. Una deliciosa sensación que la hacía sentirse deseada y poderosa y al mismo tiempo esclava de su propio deseo. Él giró a un lado su cabeza, sin dejar de observarla, en ese instante había en sus ojos una infinita ternura y algo más, algo que la cautivaba. Entonces Mick levantó su otra mano y le retiró de la cara el mechón de pelo con el que ella había estado jugueteando "Y sin embargo..." - comenzó a decir cuando sus dedos se deslizaban suavemente desde la oreja, siguiendo la línea de la mandíbula hasta llegar a los labios entreabiertos de la chica y dejó escapar un leve gemido, casi inaudible, mientras los acariciaba dibujando lentamente su contorno, al tiempo que su mirada se volvía más intensa por momentos, hasta parecer casi hambrienta.
- Y sin embargo…-repetió- nunca he deseado tanto que llegara la noche – susurró con una voz sensual como de terciopelo, mientras se mordía el labio inferior y sus ojos miraban anhelantes aquella boca suave y dulce, que se moría por besar. Y ella sintió esa conocida punzada de deseo clavándose en su estómago bajando hasta su entrepierna, encendiéndola por dentro, mientras sus ojos buscaban los labios de él, suplicando porque aquella boca endiabladamente tentadora tomara la suya. En ese momento una extraña fuerza de atracción los envolvió, ya no existían ni el tiempo ni el espacio a su alrededor, solo ellos dos y ambos fueron devorando lentamente la distancia física que les separaba, dispuestos a saciar la sed de su deseo mientras sus labios ardían por encontrarse…
En ese momento, se oyó una voz de Talbot maldiciendo al otro lado que rompió por completo el hechizo. !Pero qué diablos pasa con este ascenso!!-. Al instante, sus labios volvieron a distanciarse antes de llegar siquiera a rozarse, Mick volvió a pulsar la tecla de bloqueo y la puerta del ascensor comenzó a abrirse y ambos encontraron al otro lado a Talbot hablando por el celular.
- Bien, eso confirma mis sospechas, de todos modos no podemos precipitarnos, te llamaré luego. Cerró la comunicación y volviéndose hacia la pareja esclamó- Por fin!!! Iba a bajar a buscaros. El doctor Anders nos espera en su despacho - .Mick le dedicó una mirada gélida que Talbot le devolvió, mientras Beth salió del ascensor evitando la escrutadora mirada del fiscal.
- Bien, eso confirma mis sospechas, de todos modos no podemos precipitarnos, te llamaré luego. Cerró la comunicación y volviéndose hacia la pareja esclamó- Por fin!!! Iba a bajar a buscaros. El doctor Anders nos espera en su despacho - .Mick le dedicó una mirada gélida que Talbot le devolvió, mientras Beth salió del ascensor evitando la escrutadora mirada del fiscal.
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"EL BESO DEL VAMPIRO 2ª PARTE"
CONDENADOS A FINGIR
CONDENADOS A FINGIR
BETH: Nada resultó lo que yo esperaba y una vez más mi sueño quedó diluido ante la cruda realidad, que, en nuestro caso, siempre acababa superando a cualquier ficción que pudiéramos imaginar. Así fue como en lugar de verme en la cama de Mick me encontré maniatada sobre el frío suelo de un lugar desconocido, espalda con espalda junto a Talbot y en manos del doctor Anders, quien, para mi desgracia, resultó ser un despiadado vampiro coleccionista…Coleccionista de sangre, como no...Pero no de cualquier tipo de sangre. Él coleccionaba tipos especiales para la venta a grupos elitistas y la mía, por supuesto, entraba en ese grupo selecto que él codiciaba.
Curiosamente mi sangre volvía a ser la causa de mi desgracia. Fue mi sangre lo que me hizo candidata a un secuestro cuando solo contaba cuatro años y ahora me hacía meritoria de algo aún peor…Pero lo más terrible es que Mick no podía ayudarme, esta vez no...Porque, paradojas de la vida o de nuestro maldito destino, él había elegido ser mortal para poder amarme sin correr el riesgo de hacerme daño y sin embargo, ahora solamente su yo inmortal podía salvarme.
En eso pensé mientras el maldito doctor Sanders, transformado en un verdadero demonio, se agachaba a donde yo estaba y lamía con su lengua fría y repugnante la sangre que resbalaba por la comisura de mi boca a causa del brutal golpe que él mismo me había propinado tras verse descubierto. Yo, en mi desesperación, buscaba a Mick con la mirada esperando su ayuda, pero él seguía inconsciente en el suelo, rodeado de un montón de cristales rotos. Rogué a Dios porque despertara y me librara de aquel monstruo, pero otra parte de mí temía que lo hiciera.
Curiosamente mi sangre volvía a ser la causa de mi desgracia. Fue mi sangre lo que me hizo candidata a un secuestro cuando solo contaba cuatro años y ahora me hacía meritoria de algo aún peor…Pero lo más terrible es que Mick no podía ayudarme, esta vez no...Porque, paradojas de la vida o de nuestro maldito destino, él había elegido ser mortal para poder amarme sin correr el riesgo de hacerme daño y sin embargo, ahora solamente su yo inmortal podía salvarme.
En eso pensé mientras el maldito doctor Sanders, transformado en un verdadero demonio, se agachaba a donde yo estaba y lamía con su lengua fría y repugnante la sangre que resbalaba por la comisura de mi boca a causa del brutal golpe que él mismo me había propinado tras verse descubierto. Yo, en mi desesperación, buscaba a Mick con la mirada esperando su ayuda, pero él seguía inconsciente en el suelo, rodeado de un montón de cristales rotos. Rogué a Dios porque despertara y me librara de aquel monstruo, pero otra parte de mí temía que lo hiciera.
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MICK: Cuando desperté, ella ya no estaba, un fuerte dolor de cabeza y un pinchazo agudo que se clavaba en mi pierna, me hicieron recordar lo que había pasado. Maldita sea!! Ella estaba en peligro y yo no podía hacer nada, así no…
Después de que Guillermo, mi contacto en la Morgue, cosiera mis heridas, decidí volver a casa y hacer acopio de todas las armas que pudieran servirme para acabar con el vampiro que tenía a Beth. No iba a quedarme de brazos cruzados mientras ese tipo la tuviera en su poder. Estaba decidido a ir a buscarla y hacer lo que pudiera por salvarla y lo hubiera hecho, hubiera muerto en el intento si la reveladora e inesperada visita de mi amigo Josef no me hubiera abierto los ojos a mi nueva realidad. Y es que, aunque me costara reconocerlo, la verdad era que como mortal no tenía ninguna posibilidad.
Me sentí inútil, desesperado e impotente…Había conseguido lo que tanto había deseado desde el día en que fui convertido en vampiro, había logrado el milagro de volver a ser mortal, podía sentir la cálida luz del sol acariciar mi piel y disfrutar de esos pequeños placeres del día a día que hasta ahora habían sido vedados para mí. Se había terminado la huída, la culpa, la sed eterna y el tormento pero ¿de qué me servía todo eso si no podía salvarla a ella, si estaba condenado a perderla? No se puede luchar contra el destino, yo había intentado hacerlo y ahora estaba siendo castigado por ello. Y en ese momento en que todo parecía hundirse bajo mis pies, conseguí la respuesta definitiva a todas las preguntas que me había hecho a mí mismo durante todos estos años, en ese instante comprendí lo que debía ser y porqué.
Me volví hacia Josef y le supliqué que volviera a convertirme, jamás en mi vida me hubiera imaginado en una situación así y sin embargo en ese momento sentí que eso era justamente lo que debía hacer. Volvería a convertirme en vampiro, sí, volvería a las sombras, pero esta vez sería mi elección, algo que no tuve cuando fui convertido por primera vez. Esta vez había encontrado una razón que le daba sentido a mi mundo, algo por lo que valía la pena morir y vivir. La razón era ella, siempre fue ella. Su vida era más valiosa para mí que cualquier sueño de mortalidad. Volvería a ser su ángel guardián aunque al hacerlo estuviera condenado a no tenerla. Y Mick sintió los colmillos de su amigo hundiéndose en su garganta. Poco a poco la luz se fue apagando hasta desaparecer en la oscuridad, sus latidos fueron acallándose, distanciándose en el tiempo hasta perderse definitivamente junto con su último aliento. Su cita esa tarde sería con la muerte. Esta vez la necesitaba como aliada para poder salvar la vida de su Beth.
Después de que Guillermo, mi contacto en la Morgue, cosiera mis heridas, decidí volver a casa y hacer acopio de todas las armas que pudieran servirme para acabar con el vampiro que tenía a Beth. No iba a quedarme de brazos cruzados mientras ese tipo la tuviera en su poder. Estaba decidido a ir a buscarla y hacer lo que pudiera por salvarla y lo hubiera hecho, hubiera muerto en el intento si la reveladora e inesperada visita de mi amigo Josef no me hubiera abierto los ojos a mi nueva realidad. Y es que, aunque me costara reconocerlo, la verdad era que como mortal no tenía ninguna posibilidad.
Me sentí inútil, desesperado e impotente…Había conseguido lo que tanto había deseado desde el día en que fui convertido en vampiro, había logrado el milagro de volver a ser mortal, podía sentir la cálida luz del sol acariciar mi piel y disfrutar de esos pequeños placeres del día a día que hasta ahora habían sido vedados para mí. Se había terminado la huída, la culpa, la sed eterna y el tormento pero ¿de qué me servía todo eso si no podía salvarla a ella, si estaba condenado a perderla? No se puede luchar contra el destino, yo había intentado hacerlo y ahora estaba siendo castigado por ello. Y en ese momento en que todo parecía hundirse bajo mis pies, conseguí la respuesta definitiva a todas las preguntas que me había hecho a mí mismo durante todos estos años, en ese instante comprendí lo que debía ser y porqué.
Me volví hacia Josef y le supliqué que volviera a convertirme, jamás en mi vida me hubiera imaginado en una situación así y sin embargo en ese momento sentí que eso era justamente lo que debía hacer. Volvería a convertirme en vampiro, sí, volvería a las sombras, pero esta vez sería mi elección, algo que no tuve cuando fui convertido por primera vez. Esta vez había encontrado una razón que le daba sentido a mi mundo, algo por lo que valía la pena morir y vivir. La razón era ella, siempre fue ella. Su vida era más valiosa para mí que cualquier sueño de mortalidad. Volvería a ser su ángel guardián aunque al hacerlo estuviera condenado a no tenerla. Y Mick sintió los colmillos de su amigo hundiéndose en su garganta. Poco a poco la luz se fue apagando hasta desaparecer en la oscuridad, sus latidos fueron acallándose, distanciándose en el tiempo hasta perderse definitivamente junto con su último aliento. Su cita esa tarde sería con la muerte. Esta vez la necesitaba como aliada para poder salvar la vida de su Beth.
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BETH: Él llegó hasta mí…Sí… pese a los negativos presagios de Talbot, Mick nos encontró. De una manera u otra yo sabía que lo haría, pero cuando me quitó la venda de los ojos y vi por primera vez sus ojos plateados y en ellos aquella mirada melancólica y triste, me di cuenta de que el precio había sido demasiado alto para él…para los dos…Sus ojos de vampiro se clavaban en los míos y sin embargo yo no sentí miedo de ver lo que tenía ante mí, jamás podría temer lo que tanto amaba y en aquel momento le amaba más que nunca, a él, al hombre y al vampiro que me miraba con anhelante tristeza y con algo que se abría paso entre la fría plata de sus pupilas, algo que le hacía parecer vulnerable ante mis ojos a pesar de su aspecto. Ese algo era su propio miedo y una infinita ternura que iba llenando su mirada a medida que mis manos comenzaron a acariciar su rostro.
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Después de todo el papeleo en la comisaría y de las incesantes averiguaciones y preguntas de Talbot a cerca de lo ocurrido antes y después de nuestra liberación, de las que finalmente logré zafarme sin poner en peligro ni a Mick ni a Josef, pude acudir a mi cita de aquella noche. La hora había llegado por fin, parecía que había pasado casi una eternidad desde que Mick me citara en su apartamento la noche anterior, pero ahora que el momento había llegado, todo había dado un nuevo giro de 180º, el vestido negro que había elegido con tanto cuidado no sería necesario, el destino había vuelto a jugar con nosotros o más bien había intentado darnos una lección que Mick se negaba a entender de la misma manera que la entendía yo...No importa lo que seamos, solo importa lo que sentimos… Y cuando me abrió la puerta y vi sus ojos me di cuenta de que volvíamos a estar en el punto de partida y que el Mick todavía humano, jovial, desenfadado y seductor que había estado a punto de besarme en el ascensor aquella mañana, se había ido de nuevo para no volver. El oscuro velo de la frustración y el miedo volvían a pesar en su mirada intentando ocultar el amor, el deseo y la ternura que brillaban aún en sus pupilas al verme y comprendí que estábamos de nuevo condenados al silencio…Condenados a fingir.
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Él me miró un momento mientras yo estaba en el umbral de su puerta, cerró los ojos e inspiró hondo como si intentará aliviar un hondo peso en lo más profundo de su alma y por un instante me pareció como si estuviera pidiendo perdón y yo me sentí tan culpable por ello, por todo lo que había tenido que renunciar por mí que me resultaba difícil mirarle a los ojos. Después volvió a mirarme con esa infinita ternura que hace que una se olvide de todo por un instante, me tendió su mano en silencio con una dulce sonrisa en su rostro, yo la acepté, di un paso hacia adelante y traspasé el umbral de la puerta, entonces él me tomó suavemente por la cintura mientras con la otra mano seguía sujetando la mía y me acercó hacia sí. Yo sostuve su mirada, en sus ojos vi ese océano de amor atormentado brillando en el fondo de sus pupilas color de mar. Él se inclinó ligeramente hacia mí, mirando mis labios como si al hacerlo los estuviera acariciando, yo cerré mis ojos esperando un beso, pero sólo sentí sus labios suaves y fríos sobre mi frente mientras sus dedos se clavaban en mi cintura estrechándome aún más contra su cuerpo como única muestra de una intensa lucha interior.
Después se separó de mí, me regaló una de esas medias sonrisas que no llegaban a calentar del todo su mirada e, intentando aliviar la tensión sexual generada entre nosotros, me preguntó “Tienes hambre?” Hambre…sí, tenía mucha hambre, hambre de él, pero ese hambre jamás se saciaría…Sonreí ligeramente con un cierto aire de resignación que no pude ocultar y tal y como él esperaba contesté “Por supuesto”. - “Entonces vamos a cenar”- Y tomando mi mano me llevó escaleras arriba hasta la terraza de su impresionante ático. Allí, bajo la pálida luz de la luna e iluminada por la tenue luz de unas velas dispuestas en cada esquina, había colocado una suave manta india a modo de mantel. Todo estaba preparado para una cena íntima y romántica y sin embargo él volvía a estar tan lejos de mí...
Después se separó de mí, me regaló una de esas medias sonrisas que no llegaban a calentar del todo su mirada e, intentando aliviar la tensión sexual generada entre nosotros, me preguntó “Tienes hambre?” Hambre…sí, tenía mucha hambre, hambre de él, pero ese hambre jamás se saciaría…Sonreí ligeramente con un cierto aire de resignación que no pude ocultar y tal y como él esperaba contesté “Por supuesto”. - “Entonces vamos a cenar”- Y tomando mi mano me llevó escaleras arriba hasta la terraza de su impresionante ático. Allí, bajo la pálida luz de la luna e iluminada por la tenue luz de unas velas dispuestas en cada esquina, había colocado una suave manta india a modo de mantel. Todo estaba preparado para una cena íntima y romántica y sin embargo él volvía a estar tan lejos de mí...
.......................::*M&B*::.......................
Trató de esquivar el tema de nosotros durante toda la cena, parecía estar en una tensión constante que a veces le costaba dominar y brotaba en sus ojos, en su forma de mirar, como cuando sabes que por mucho que quieras algo no te pertenece y sin embargo no puedes evitar desearlo y culparte por ello… hasta que finalmente el tema salió sin que él pudiera evitarlo…Aquella no era la cita que yo esperaba y él lo sabía ¿Por qué no podía comprender lo evidente? ¿Por qué no podía dejarse llevar por sus sentimientos igual que había hecho en el ascensor aquella misma mañana, cuando aún era mortal? “No quiero que sufras” ¿Sufrir? Aquella frase me puso furiosa. Ya estaba cansada de sus silencios, de sus miedos, de sus barreras con la excusa de protegerme y de aquel insufrible autocontrol que no me permitía llegar a él. El vampiro que él tanto odiaba me había salvado la vida dos veces, ¿qué daño podría hacerme amándome? Le grité, le reproché y solo encontré su mirada esquiva, avergonzada y su silencio. Siempre su silencio...
No, el vampiro no era lo que nos separaba, era él…Era él quien tenía miedo de amar, miedo a sufrir y yo no podía seguir así, condenada al silencio, condenada a fingir que no había nada posible entre nosotros, cuando sabía que bastaba con que él quisiera para que todo pudiera ser.
No sé de dónde saqué las fuerzas, tal vez de la ira, de la decepción o de la misma frustración que me había hecho rendirme, cansada de llamar a una puerta que nunca se abriría. Lo cierto es que en aquel momento estaba dispuesta a irme para no volver aunque al hacerlo se me partiera el alma en dos.
No, el vampiro no era lo que nos separaba, era él…Era él quien tenía miedo de amar, miedo a sufrir y yo no podía seguir así, condenada al silencio, condenada a fingir que no había nada posible entre nosotros, cuando sabía que bastaba con que él quisiera para que todo pudiera ser.
No sé de dónde saqué las fuerzas, tal vez de la ira, de la decepción o de la misma frustración que me había hecho rendirme, cansada de llamar a una puerta que nunca se abriría. Lo cierto es que en aquel momento estaba dispuesta a irme para no volver aunque al hacerlo se me partiera el alma en dos.
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Ella pasó por su lado dando un suspiro de rendición y él la vio alejarse con el rabillo del ojo, mientras sentía en lo más profundo de su ser el dolor de lo que significaba ese adiós y la impotencia de la indecisión...
MICK: Cómo podría amarla si tengo tanto miedo a caer…y sin embargo, he muerto cada segundo solo de esperar tenerla… De pronto, viéndola ahí, parada ante mí, a punto de decir adiós, toda duda desapareció. Sí, tenía que hacerlo porque de lo contrario serían mis miedos los que harían que la perdiera y eso era algo que no me podía permitir...
…Entonces una extraña fuerza interior le obligó a reaccionar, el vampiro que vivía en él luchaba por salir, negándose a dejarla ir... No podía permitir que ella se alejara pensando que no la amaba lo suficiente, que no la deseaba, que no se moría por sentirla…No podía continuar simulando por más tiempo lo que su cuerpo y su alma le gritaban cada segundo, no podía dejar aquella puerta cerrada ni un segundo más y permitir que se alejara de él porque ella era toda su vida y perderla volvería a sumirle en la más terrible oscuridad...Ella era su luz, su vida, su razón de ser, él había vuelto a ser lo que era por ella y también por ella todo tenía que ser diferente ahora, si no se lo demostraba ahora, nunca más podría hacerlo…Así que, apenas ella rebasó su hombro y salió de su campo de visión, Mick se giró sobre sí mismo en un movimiento rápido y perfecto y con unos reflejos sobrehumanos la giró hacia él y se abalanzó literalmente sobre sus labios con toda la desesperación de su alma y de su cuerpo. Ella en un principio se sintió bloqueada, confusa, ante aquella invasión sorpresiva.
…Entonces una extraña fuerza interior le obligó a reaccionar, el vampiro que vivía en él luchaba por salir, negándose a dejarla ir... No podía permitir que ella se alejara pensando que no la amaba lo suficiente, que no la deseaba, que no se moría por sentirla…No podía continuar simulando por más tiempo lo que su cuerpo y su alma le gritaban cada segundo, no podía dejar aquella puerta cerrada ni un segundo más y permitir que se alejara de él porque ella era toda su vida y perderla volvería a sumirle en la más terrible oscuridad...Ella era su luz, su vida, su razón de ser, él había vuelto a ser lo que era por ella y también por ella todo tenía que ser diferente ahora, si no se lo demostraba ahora, nunca más podría hacerlo…Así que, apenas ella rebasó su hombro y salió de su campo de visión, Mick se giró sobre sí mismo en un movimiento rápido y perfecto y con unos reflejos sobrehumanos la giró hacia él y se abalanzó literalmente sobre sus labios con toda la desesperación de su alma y de su cuerpo. Ella en un principio se sintió bloqueada, confusa, ante aquella invasión sorpresiva.
Pero apenas los labios de él probaron el dulce sabor de aquellos otros, cálidos y suaves, el vampiro, en un movimiento posesivo, totalmente impulsivo, casi espástico, fruto sin duda del deseo (tantas veces reprimido), de la desesperación y de la necesidad de retenerla y de sentirla, la sujetó firmemente del brazo y de la nuca inmovilizándola y abrió su boca devorando la de ella en busca de más, transformando aquel beso en una ávida demanda de posesión en la que se dejó perder hasta el punto de que, sin querer, sus colmillos terminaron acariciando el labio inferior de ella. Una minúscula gota de sangre brotó entonces frutó de aquel contacto y él la recogió con sus labios, succionándola con anhelo y reverencia...En ese momento Beth descubrió quien era realmente el que la estaba besando… ella sintió aquel beso sensual y al mismo tiempo territorial, posesivo y peligroso y reaccionó.... Instintivamente dio un salto hacia atrás, intentando deshacer el abrazo, revolviéndose y resistiéndose en parte por un miedo involuntario ante aquella inusitada reacción de él, y en parte por defender su propia dignidad dolida. Ella no iba a rendirse a él por la fuerza después del dolor de su silencio, ni siquiera aunque ella misma lo deseara más que nada…
Mick percibió esa resistencia de ella…El mantenía una de sus manos sujetando la cabeza de ella, cerca de su carótida y la otra mano presionándole el brazo, justo sobre la arteria humeral en una actitud totalmente posesiva y dominante y al mismo tiempo suplicante. Aquello le permitía sentir como el pulso de ella comenzaba a dispararse súbitamente en un bombeo incesante y su respiración se aceleraba con el forcejeo en una extraña mezcla de miedo, furia y deseo. Así pues, suavizó su ataque, haciéndolo más lento, más tierno, aunque no por ello menos sensual ni demandante, buscando su boca, dejándose perder en el exquisito sabor de su boca en cada beso, desesperado por retenerla, por no perder el dulce y cálido contacto con sus labios…
Mick percibió esa resistencia de ella…El mantenía una de sus manos sujetando la cabeza de ella, cerca de su carótida y la otra mano presionándole el brazo, justo sobre la arteria humeral en una actitud totalmente posesiva y dominante y al mismo tiempo suplicante. Aquello le permitía sentir como el pulso de ella comenzaba a dispararse súbitamente en un bombeo incesante y su respiración se aceleraba con el forcejeo en una extraña mezcla de miedo, furia y deseo. Así pues, suavizó su ataque, haciéndolo más lento, más tierno, aunque no por ello menos sensual ni demandante, buscando su boca, dejándose perder en el exquisito sabor de su boca en cada beso, desesperado por retenerla, por no perder el dulce y cálido contacto con sus labios…
...Y comenzó a deleitarse con el simple contacto, acariciando tiernamente con sus labios allí donde antes pasaron sus dientes, atrayéndola hacia él con sus besos como en un dulce magnetismo mientras apretaba suavemente el brazo de ella sintiendo sus latidos que seguían siendo fuertes y rápidos pero que comenzaban a sonar más rítmicos como acordes en una alegoría de calmada rendición y la sintió estremecerse hasta el punto en que ella perdió el último atisbo de resistencia y terminó entregándose a sus besos con la misma pasión que él la demostraba, buscando también los labios de él con el mismo anhelo con el que buscaba los suyos. Él tomaba todo lo que su boca le ofrecía y ella se lo permitía, no podía ni tampoco quería resistirse porque en aquel momento se sintió plena y totalmente suya…Y él continuó saboreando sus labios, deleitándose en cada beso, alargando cada instante sin perder el contacto con su arteria principal, sintiendo a través de su mano la fuerza de los latidos de ella, espoleados ahora por la fuerza del deseo, y los sintió extendiéndose por todo su cuerpo como si fueran suyos…No importaba que fuera un no muerto, ella era capaz de hacerle sentir vivo y en ese momento ella era suya, no había muerte ni dolor como veía en sus pesadillas, solo había amor.
...El vampiro que la estaba besando nunca la haría daño porque la amaba tanto o más que el hombre y aquella era la prueba…Beth comprobó en aquel contacto tan sumamente tierno y al mismo tiempo tan arrebatadoramente pasional, tan exquisitamente dulce y a la vez tan íntimo y profundo, hasta qué punto Mick la necesitaba, con cuanta intensidad la deseaba…Ella sintió en ese beso que él la amaba desesperadamente, tanto como ella lo amaba a él…Eso mismo leyó en sus ojos cuando él la miró mientras sus labios se alejaban dolorosamente de los de ella dejándolos inflamados por la pasión y anhelantes de su contacto… Nunca un silencio había sido más elocuente…Una nueva puerta comenzaba a abrirse para ambos tras aquel beso, ahora solo era cuestión de tiempo que se abriera por completo.













1 comentarios:
Wow amiga,acabo de leer tu relato.Tengo que decir que te superas a ti misma....me ha encantado.Este episodio es uno de mis favoritos y la escena de la terraza es la mejor de la serie junto con la final.No me extraña que tuvieras ganas de escribirla,es un episodio muy emotivo.Tienes un gran don,te has metido en la mente de los personajes y es como si estuviera leyendo sus pensamientos,realmente impresionante amiga.
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